La perseverancia como tinta para guión de vida, con Rosa Clemente

Ganadora de Mejor Guión con su largometraje ‘UMA’ en el Festival de Milán. Y nos enseña una importante lección: “Los aprendizajes tocan duro a la puerta cuando no la abres a tiempo”.

“Definitivamente uno es el que escoge en qué calle cruzar”. 

– Rosa Clemente

¿Quién es Rosa Clemente?

La escritura es un músculo que Rosa Clemente tiene muy bien trabajado. Desde que pudo, ella llenó páginas con todo lo que su mente imaginaba. Escribir era un escape, un desahogo, su actividad favorita, su diversión, su hobby. Y pronto también descubrió que otros viven de ello: ¡escriben maravillas, muchas personas los leen y son pagados por ello! Rosa crece y decide ser escritora también.

Al crecer, se ve obligada a perfilar ese gran interés. Aunque no era consciente de ello, tuvo la suerte de convivir con su pasión desde que tiene uso de razón. Ella creía que escribir era lo que quería hacer, pero ¿escribir cualquier cosa? Para responder esa pregunta solo se tendría que revisar las cientos de páginas que ella escribió con tanta emoción en su infancia.

Rosita era una niña muy imaginativa, curiosa, y atrevida como todos los niños. Cada uno a su manera. Pero en su caso, no desperdiciaba ningún momento en el que no estuviese pensando en historias, personajes, o en escenarios que le dieran un toque distinto a las actividades ordinarias que ella vivía. Sin saberlo, estaba desarrollando su pasión en cada oportunidad que tenía: tareas escolares, concursos, o incluso en la cama antes de dormir cada noche.

A pesar de graduarse como periodista, ella entendía que escribir ficción era lo que la movía. Seguía guardando sus historias, y escribía más cada vez que podía. Se estaba preparando para la oportunidad, con la esperanza ferviente de que llegaría ese momento. No se equivocó. Incluso, ella lo buscó. Decidió, atrevidamente, mostrarse ante un escritor referente. Un escritor cuyas historias la llenaban de vida.

El silencio llega. Meses de espera, de dudar de lo que se había escrito, de dudar si lo había leído, o de creer que no daba la talla. Hasta que de pronto, una notita amarilla aparece en su computador. El referente la había llamado. Allí, Rosa encontró su oportunidad. Eso fue todo lo que hizo falta para dar el salto hacía la vida que ella quería. A partir de ese momento Rosa Clemente nunca miró para atrás.

Confió en su capacidad, aprendió junto a su referente, escribió todos los días y fue pagada para ello. Fue perseverante en el descubrimiento y en la persecución de su pasión. No se concebía de otra manera, ella tenía que escribir porque la hacía sentir viva. Y quería que otros sintieran lo mismo al leer (o ver) sus obras. Hoy lo sigue haciendo, todos los días, con otros grandes escritores haciendo sentir a todos los hispanohablantes.

Ella escribió, con perseverancia, su guión de vida.

Sobre la invitada

La primera guionista que tenemos el gusto de tener en nuestra primera temporada. Rosa Clemente se mostró no solo abierta de compartir sus experiencias, sino que también enfatizó en la importancia de tener estas conversaciones. Sobre todo para aquellos que apenas están comenzando su camino al éxito.

Rondan por allí varias (malas) concepciones sobre lo que debería ser el trabajo: si trabajas de tu pasión entonces no parece ser mucho el esfuerzo el que tienes que dedicar, siempre dándole una connotación negativa a la palabra esfuerzo. Además, no parece realmente ser un trabajo si vives de tu pasión, poniendo también un acento negativo a la palabra trabajo. Quizá allí está el gran problema.

Rosa Clemente trabaja hoy día de su pasión. Y vaya el esfuerzo, los sacrificios y los duros aprendizajes por los que ha tenido que pasar. Incluso comenta en la entrevista que, si pudiera volver el tiempo, tomaría o haría algunas cosas distintas.

Los aprendizajes tocan duro a la puerta cuando no se las abres a tiempo.

Rosa comparte esos aprendizajes en esta conversación: para ella el equilibrio es prosperidad. Tener un balance entre todas las cosas que afectan a tu vida es primordial. Da paz. No solo es ser un buen profesional y buscar el éxito laboral. Es, realmente, buscar ese punto dulce entre hacer el bien, hacerlo bien, y sentirse bien con lo que se hace.

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