Por Ángel Rafael Almarza.
Martín Tovar Ponte nació el 27 de septiembre de 1772 en Caracas, ciudad donde fue bautizado con el nombre de Martín Antonio José Francisco Ignacio Bruno Nicolás Damián de la Madre Santísima de la Luz. Considerado uno de los hombres más adinerado e e influyente, su padre recibió el título de Castilla de Conde de Tovar, junto al Vizcondado de Altagracia por el rey Carlos III, el 4 de julio de 1771. De origen noble, se comprometió con el proyecto independentista desde sus inicios, contribuyó a la extinción de la sociedad antigua y participó activamente en la formación del gobierno representativo y en la construcción de la vida republicana.
Arquitectos de un país:
El presente artículo de investigación forma parte de un proyecto llamado Arquitectos de un país de Trama University en colaboración con historiadores y otros profesionales venezolanos relevantes quienes con la rugurosidad de su trabajo resaltan el objetivo principal de este proyecto:
Recuperar y difundir trayectorias, impactos y presencias de todos aquellos personajes de nuestra historia que, sin empuñar un arma y desde su condición de civiles y ciudadanos, han sido protagonistas en la creación de la vida republicana, en la formación de la nacionalidad, en la formulación y desarrollo de la modernización y en la construcción de la cultura y la institucionalidad democrática.
Hijo de don Martín de Tovar y Blanco, el primer Conde de Tovar, y doña María Manuela de Ponte y Mijares de Solórzano. De la unión de esta, noble e hidalga pareja, nacieron doce hijos; ocho mujeres y cuatro hombres, siendo Martín el octavo. Se trata de una de las familias más importantes y representativas de la Capitanía General de Venezuela, cuyos ancestros arribaron a mediados del siglo xvii a tierras americanas procedentes de Valladolid, España.
Martín cursó estudios de gramática en el Colegio Seminario de Caracas, y en el año de 1788 ingresó en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, sin culminar sus estudios. Su padre le seguir la carrera militar en España; sin embargo, Martín optó por dedicarse a la administración de las numerosas y prósperas haciendas de la acaudalada familia. Para ese momento, el Conde de Tovar poseía más de veinte propiedades agropecuarias en los llanos de la Provincia de Caracas y de Apure, así como un patrimonio cercano a los trescientos mil pesos, suma nada despreciable para la Venezuela dieciochesca. A su vez, era dueño de numerosas casas en las mejores zonas de Valencia y Caracas, y entre su patrimonio contaba con varios barcos mercantes que se dedicaban exclusivamente al abasto de cacao al Virreinato de la Nueva España, a través del puerto de Veracruz.
Dedicado al negocio familiar, contrajo matrimonio con María Rosa Ramona Galindo y Pacheco el 23 de abril de 1797, hija de José Francisco Galindo y Liendo y Mercedes Pacheco y Rodríguez del Toro, pertenecientes a una familia de abolengo de Caracas. De esta unión nacieron doce hijos, ocho mujeres y cuatro hombres.
La crisis política y militar que sacudió a España a partir del segundo trimestre de 1808, determinará los acontecimientos políticos en los territorios americanos sujetos a la monarquía española. El rey Fernando VII fue hecho prisionero por Napoleón Bonaparte, quien colocó en su lugar a su hermano José. En diversas provincias españolas se formaron juntas de gobiernos que rechazaron al rey intruso, y juraron fidelidad a Fernando VII, mientras organizaban la resistencia militar contra las fuerzas invasoras francesas. Estas iniciativas terminaron en la conformación de una Junta Central que gobernó en nombre del rey de España e Indias.
Precedida de una nota anexa firmada por el Conde de Tovar, el Marqués del Toro y Antonio Fernández de León, el 24 de noviembre de 1808 llegó a manos del gobernador y capitán general de Venezuela una representación donde se le solicitó la conformación de una Junta Suprema. El propósito era llevar a cabo el mismo plan que se había adelantado en España para impedir las aspiraciones de Napoleón, defender al rey Fernando VII y asegurar la conservación de sus dominios. Los 45 firmantes, españoles, y americanos eran vecinos principales y acaudalados de la ciudad de Caracas y sus alrededores.
Los Tovar Ponte estuvieron estrechamente involucrados en la llamada Conjura de los mantuanos. Además del patriarca de la familia, entre los firmantes se encontraban el joven Martín y su hermano José. La respuesta de las autoridades fue inmediata: se redujo a prisión y se abrió causa contra todos los participantes. Martín fue llevado al cuartel San Carlos y permaneció 40 días en prisión. Luego de meses de diligencia, el 20 de abril de 1809 los fiscales de la causa emitieron un fallo sobre los hechos quedando libres de cargos todos los involucrados.
En el transcurso de 1809, se llevó a cabo en las principales ciudades de América, un inédito proceso electoral para elegir diputados provinciales ante la Junta Suprema Central Gubernativa de España e Indias. El visitador regente interino de la Real Audiencia de Caracas, Joaquín Mosquera y Figueroa, fue el seleccionado por Venezuela, sin embargo, esta decisión fue impugnada por influyentes miembros de la sociedad caraqueña, al considerar que no representaba los intereses locales por ser originario de Popayán, en el virreinato de la Nueva Granada. Se reconoció la objeción y se realizó una nueva elección el 11 de abril de 1810, saliendo favorecido el caraqueño Martín Tovar, quien se desempeñaba como alcalde de segunda elección del cabildo de Caracas. La realidad política cambiaría una semana más tarde.
El 19 de abril de 1810, se planteó nuevamente el debate sobre la soberanía y la representación. Esto ocurrió luego de conocerse las noticias de la disolución en España de la Junta Suprema Central y de la conformación del Consejo de Regencia. Ante esta situación que consideraron ilegítima, se creó la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Sus primeras acciones fueron destituir a las autoridades de la monarquía, y desconocer la convocatoria a Cortes Generales. Entre tanto, en pocas semanas, movimientos similares se producían en Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Mérida y Trujillo. Como miembro del cabildo caraqueño, Martín participó activamente en el movimiento siendo designado como uno de los copresidentes de la junta que asumió provisionalmente la soberanía. Fue electo diputado por San Sebastián de los Reyes para el Cuerpo conservador de los derechos de Fernando VII, que inició sesiones en Caracas el 2 de marzo de 1811. Ese mismo congreso que juró fidelidad al rey de España e Indias, cuatro meses más tarde asumiría la plena soberanía al declarar la independencia absoluta de Venezuela con respecto a España el 5 de julio. Firmante del acta de independencia y de su constitución a finales de ese año, Martín fue uno de los fundadores y principales partícipes de la primera experiencia republicana en Venezuela. Junto a otros destacados civiles como Juan Germán Roscio y Bartolomé Blandín, su firma se encuentra avalando el papel moneda que emitió la República en agosto de 1811. Los ciudadanos llamaban a esos billetes: Roscio, Blandín, Tovar.
Aunque nunca tuvo interés en el ejercicio de las armas, la recia reacción realista comandada por Domingo de Monteverde, lo llevó a participar en diferentes acciones militares para intentar sostener la República que ayudó a forjar. A mediados de 1812, Francisco de Miranda lo comisionó a las Antillas en busca de armamento y municiones. Sin éxito, regresó a La Guaira en julio de ese año; poco después, logró escapar ante la inminente toma de Caracas. Vivió su destierro entre el Caribe y los Estados Unidos de América.
Con la entrada de Simón Bolívar a Caracas en agosto de 1813, al concluir con éxito la llamada Campaña admirable e iniciar la segunda experiencia republicana, decidió volver. En los primeros meses de 1814 combatió nuevamente en diferentes acciones militares al lado de José Félix Ribas. Menoscabado por los avatares del campo de batalla, volvió a Caracas en los días previos a la toma de la capital por los realistas. Por su seguridad, logró sacar a su familia más cercana de Venezuela.
Los momentos difíciles que vivían los caraqueños patriotas y su entorno más cercano en aquellos meses de guerra, se plasman en una serie de cartas enviadas por Martín a Rosa Galindo, a quien siempre saludaba con la revolucionaria frase ¡Salud, y libertad!. En una de estas misivas, le advirtió a su esposa que en el exilio era importante que “vivas económicamente y siempre ocupada en algún trabajo, bien sea de costura o de lavado, que son lo que tu sabrás o al menos fáciles de aprenderlos, los cuales pueden proporcionarte la comida.” En esa carta del 25 de junio de 1814, Martín agregó “donde quiera que te halles, te suplico te mantengas sin lujo, pero sí muy aseada, pues esto es muy apreciable entre los extranjeros.” Unos días más tarde, en una situación más desesperada para Martín y sin saber el paradero de su familia, terminó su carta diciendo “Adiós mi querida Rosa. Sálvate, sálvate y salva a mis hijos conservándote siempre virtuosa y cuenta conmigo hasta más allá de la muerte”. Martín escaparía a Saint Thomas, donde posteriormente se reuniría con su familia hasta que fue expulsado de la isla un par de años más tarde por ser considerado agente de los revolucionarios venezolanos.
En 1817, ya se encontraba en Angostura apoyando la reconstrucción de la República. Desde entonces, ocupó distintos cargos y cumplió diversas misiones en las Antillas a nombre de la República de Colombia. Fue ministro y secretario de la Corte del Almirantazgo, juez de secuestros, y más tarde en Caracas, miembro de la comisión encargada de calificar a los emigrados admisibles en Colombia. En abril de 1828, asistió a la Convención de Ocaña, donde se opuso al predominio de Simón Bolívar. Junto a él, diversos opositores al régimen fueron desterrados. En su tercer exilio, vivió nuevamente en Saint Thomas hasta su regreso definitivo en 1830.Como miembro del congreso constituyente de Valencia, aprobó la separación de Venezuela de la República de Colombia, y se mantuvo vinculado al proceso de consolidación de la nación. Un año más tarde, fue elegido senador al primer congreso constitucional. En 1839 ejerció la alcaldía segunda de la parroquia Catedral y luego la gobernación de la Provincia de Caracas. Dos años más tarde fue uno de los patrocinantes de la fundación de la Caja de Ahorros de su ciudad natal; e igualmente, apoyó como fiador a su amigo Agustín Codazzi para la publicación de sus trabajos geográficos y favoreció sus proyectos de colonización con inmigrantes alemanes, cediendo unos terrenos de su propiedad en las cercanías de La Victoria, donde finalmente se fundó el asentamiento conocido como Colonia Tovar, designada así en su honor. Murió en Caracas el 26 de noviembre de 1843, a los 71 años de edad.
Bibliografía mínima
Directa
Cartas de Martin Tovar a Rosa Galindo, en: Epistolario de la Primera República, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1960, Tomo II.
Gabaldón Márquez, Joaquín, “Apéndice documental y bibliográfico sobre Martín Tovar Ponte”, en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, No 220, octubre-diciembre, 1972.
Indirecta
Almarza, Ángel Rafael, Por un gobierno representativo. Génesis de la República de Colombia, 1809-1821, Caracas, Fundación Bancaribe y Academia Nacional de la Historia, 2013.
González, Juan Vicente, Tres biografías [Martín Tovar, José Manuel Alegría y José Cecilio Ávila], Caracas, Editorial Cecilio Acosta, 1941
Quintero, Inés, La conjura de los mantuanos, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Universidad Católica Andrés Bello, 2010
Uslar Pietri, Juan, Martín Tovar Ponte, Caracas, Fundación Eugenio Mendoza, 1979.
Sobre el autor:
Ángel Rafael Almarza. Licenciado (2005) y Magister en Historia (2008) por la Universidad Central de Venezuela. Doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (2015). Profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.