La humildad como escalera a las estrellas, con María Gracia Batista

“Uno se apega demasiado a lo que fue, o a lo que le gustaría ser, y a veces dejas de apreciar la belleza de lo que es el ahora”. 

– María Gracia Batista.

¿Quién es María Gracia Batista?

Unos miran el reloj cada 15 minutos, otros miran las pantallas del computador suspirando. Algunos excusan su retraso con el eterno tráfico, o lo que sea que la creatividad les contemple. Pero alguien, con una sonrisa y ojos brillantes, observa a través de un instrumento largo su pasión. Una pasión que está multiplicada y desplegada en un interminable cielo negro; pequeñas pasiones que brillan (como sus ojos) y que sorprenden al más experto cada vez que las ve.

María Batista suele quedarse hasta tarde en la oficina. Tiene un trabajo flexible en horarios, pero exigente en responsabilidades. Ser profesora y coordinadora del observatorio astronómico de importantes universidades en Colombia se ha convertido en un sueño hecho realidad. Decide hacer un merecido break. Son las 2 de la mañana, los ojos arden y los bostezos aparecen cada dos minutos. El cansancio apremia un gran esfuerzo, pero la jornada no ha terminado. 

Se acerca a su telescopio. Puede parecer intimidante para el que no sabe usarlo, pero ella se acerca con confianza, mira a través del cíclope, y se pierde en esa inmensidad. Esa grandeza le proporciona paz. Recuerda la primera vez que vió a través del instrumento, en Mérida, antes de su exilio: yo fui exiliada de Venezuela (…) Yo no escogí emigrar. Pero estoy agradecida de haberlo hecho. Lo cierto es que ver el cielo estrellado de Mérida a través de un telescopio fue un pase libre al primer encuentro con su pasión, y que ahora profundiza en sus estudios doctorales en Astronomía. 

Aprovecha un momento y recuerda a su familia, quienes permanecen en su ciudad natal en Valencia, mientras mira a las estrellas, sus colores y estados. Las admira; sonríe. Agradece los minutos que dedica a su profesión, y agradece a su familia el apoyo en cada una de sus decisiones. Se conmueve al recordar el miedo que la obligó a emigrar: el secuestro de su padre. Desafortunado, piensa, pero ha resultado en buenas cosas. Piensa en su hermano. Tiene varios, pero el menor de los varones es el que aparece en su mente. Sonríe intensamente, y una lágrima (o más) caen. No quiere ponerse sentimental, así que sacude el recuerdo.

Da unos pasos para atrás y se sienta. Desde su balcón la noche es preciosa, con o sin el telescopio. Aunque ella prefiere tenerlo cerca. Su mente quiere seguir recordando y una pequeña risa interrumpe su boca. Años atrás no se le daban las matemáticas; las odiaba. Hoy día tiene una licenciatura y un máster en Física. Ahora va terminando el doctorado… ¿Quién lo diría?. Piensa en su abuela, la mujer que más la inspira. Siempre la describe como una “verdadera dama”. La extraña tanto. 

María Gracia ve como su propósito se cumple cada día: es feliz y tiene la oportunidad de compartir su conocimiento. Quiere ver cómo otros se maravillan con lo que ella aprendió. La Física es fascinante. Está llena de incertidumbre, de espacios sin conocer, de maravillas constantes, de días diferentes, de errores y descubrimientos emocionantes. Esto es vivir, piensa. Es sentir, es estar en el ahora, es despertar el saber, es sorprenderse, es saltar con seguridad y dar pasos pequeños con firmeza, es perseverar y agradecer los días. María Gracia es exitosa, porque se siente plena y feliz con su vida. 

Respira profundo, cierra sus ojos, y exhala lentamente. Se sienta en su escritorio. Hay que terminar la jornada, son las 3 de la mañana. 

Sobre la invitada

En un primer sentido, escuchar a María Gracia se siente como escuchar a una niña. Tiene una voz muy dulce que enternece a todo aquel que la escuche. Sin embargo, sus palabras (tan bien escogidas), sus ideas perfectamente sintetizadas, la seguridad en sí misma, su disposición para entablar conversaciones como estas, y su eterno agradecimiento a la vida es toda una sorpresa cuando terminas de escuchar la entrevista. 

Tiene la madurez de otro cuerpo, de uno mucho mayor y más sabio. Es una grata sorpresa ver a una mujer tan empoderada, tan plena, tan determinada y feliz consigo misma a su corta edad. No es común en los jóvenes, lamentablemente, aunque parece más bien una etapa natural del ser humano. 

María Gracia encontró su pasión poco a poco. Más bien la fue cultivando, no fue un momento eureka como muchos creen que sucede. Es más, comenzó siendo una pesadilla para ella: hoy día es física, pero llegó a considerarse “bruta sin futuro para las matemáticas”. ¿Quién lo diría?. Estoy segura de que se reirá de sí misma al recordarse en esa etapa mientras termina el doctorado en Astronomía.

Esa madurez, esa determinación, esa pasión y esa disciplina es gracias a que se puso a prueba tantas veces a lo largo de su vida. Una absoluta montaña rusa de emociones y experiencias que han confirmado su propósito de vida. Es tan motivador escuchar a alguien tan segura de sí misma. Se contagia, se crea una dinámica atemporal en donde no importa cuantas veces escuches el episodio, sentirás que vuelves a reconectarte contigo mismo y con tus metas. 

No somos los únicos que hemos visto el impulso que lleva ella por la vida. Universidades en Colombia la han acogido con los brazos abiertos y otorgándole espacios para que ella pueda mostrar sus capacidades, que creemos que son del tamaño del universo. Se convirtió en la primera mujer profesora del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional de Colombia, como también la Coordinadora del Observatorio de la Universidad de Los Andes, en el mismo país. Sin embargo, no olvida de dónde viene. En su país natal se enamoró de la Física, de la Astronomía, encontró su propósito, y se formó. Hizo su licenciatura y su magíster en Física en Venezuela. 

María Gracia no logra definirse en una palabra. Nosotros tampoco podemos hacerlo. Estamos orgullosos de poder compartir esta conversación, y esperamos que ustedes puedan hacer lo mismo, en miras de subir los ánimos a tan acomplejados tiempos. Ella es una tramer porque ha decidido su futuro y trabaja para lograrlo, demostrándole al resto que no hay que ser ni tener nada extraordinario para lograr el éxito. 

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