Por Luis Daniel Perrone.
“Este hombre, a quien la razón y la instrucción han levantado sobre los prejuicios que le rodean, fue encargado por el Gobierno de redactar las leyes municipales de la ciudad de Caracas y justificó ampliamente la honrosa elección que hicieron de su persona, hasta tal punto que todo cuanto de su obra he visto durante mi estada en Caracas, me ha parecido juntar vigor y justicia de principios con amplitud de miras y sabiduría de medidas”. Tales eran las palabras elogiosas que el viajero francés, Francisco Depons, dedicó a quien calificó como “nuevo Licurgo venezolano” a Miguel José Sanz por sus notables aptitudes, comprobadas por la calidad del proyecto de ordenanzas de la capital que había redactado.
Arquitectos de un país:
El presente artículo de investigación forma parte de un proyecto llamado Arquitectos de un país de Trama University en colaboración con historiadores y otros profesionales venezolanos relevantes quienes con la rugurosidad de su trabajo resaltan el objetivo principal de este proyecto:
Recuperar y difundir trayectorias, impactos y presencias de todos aquellos personajes de nuestra historia que, sin empuñar un arma y desde su condición de civiles y ciudadanos, han sido protagonistas en la creación de la vida republicana, en la formación de la nacionalidad, en la formulación y desarrollo de la modernización y en la construcción de la cultura y la institucionalidad democrática.
Ciertamente su talento y educación le habían granjeado a Sanz el respeto de la sociedad caraqueña, a pesar de no ser de origen noble o “mantuano”. Hijo del militar canario Francisco Antonio Sanz y la señorita María Marvez, había nacido en Valencia el 17 de septiembre de 1756. Obtuvo el título de bachiller en filosofía o artes en la Universidad de Caracas, iniciando luego los estudios para los grados mayores de Cánones y Leyes, carreras que no pudo completar en Venezuela. Fue en la Universidad de Santo Domingo donde, al parecer, alcanzó los títulos de bachiller y licenciado en Leyes, aunque todavía su estadía en dicha universidad está envuelta en el misterio, según se desprende del libro de Lenin Molina sobre la biografía de Sanz.
Al regresar a su país, rápidamente ocupó un lugar entre los mejores abogados de Caracas, tan reconocido que fue designado relator de la Real Audiencia, máximo tribunal judicial de la Capitanía General de Venezuela, a pocos días de su instalación en 1786. Dos años después, jugó un rol protagónico en la creación y funcionamiento del Colegio de Abogados. Las ocupaciones de Sanz en el campo del Derecho también se extendieron hasta la inauguración de una Academia de Derecho Público y Español en su propia casa, en el año de 1790, para lo cual leyó un discurso sobre la utilidad del derecho y la responsabilidad pública de los abogados. Entre varios señalamientos de especial interés, expresó que sin conocimientos de historia, geografía, religión, y moral, el “hombre público es un cadáver, y un abogado un tronco”. Posteriormente, también fue nombrado asesor jurídico del Consulado.
En 1808 Sanz se vio involucrado en la denominada “Conjura de los Mantuanos”, iniciativa de algunos personajes principales de Caracas para crear una Junta de Gobierno a imitación de las españolas. El apoyo de Sanz al proyecto era visto como esencial por parte de sus promotores, quienes ignoraron las observaciones críticas que emitió en una reunión en el hogar de los Ribas y lo presionaron hasta que escribió una pequeña recomendación en el papel que habían redactado. Finalmente, la renuencia de Sanz a entrar de lleno en la conjura le valió no ser procesado penalmente, destino que sufrieron otros como el Marqués del Toro y Antonio Fernández de León.
Aunque desempeñó funciones públicas de importancia durante la administración colonial, Sanz se alistó en las filas revolucionarias tras el establecimiento de la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810. Durante la “Primera República” (1810-1812) fue asesor del Consulado, Secretario de Estado en dos oportunidades, representante provincial de Caracas, y fue elegido diputado al congreso de 1811, puesto que nunca ocupó. Pero se le recuerda más como el redactor, junto con José Domingo Díaz, del periódico de mayor nivel teórico-político de la primera época de la revolución, el Semanario de Caracas.
Allí, además de sus opiniones personales, divulgó nociones de política extraídas de textos como el Ensayo sobre la historia de la sociedad civil de Adam Ferguson y la Historia filosófica de la Revolución de Francia de Antoine Fantin Desodoards, demostrando estar al día con la literatura política e histórica de las Ilustraciones y las revoluciones políticas modernas. Aspectos desarrollados en los estudios de Fernando Falcón y Luis Daniel Perrone.
Al sucumbir el primer experimento republicano, Sanz fue encarcelado y sometido a juicio. En sus interrogatorios aceptó ser el autor de la mayoría de los artículos sobre política del Semanario de Caracas, entre otros cargos que se le hacían, razón por la cual siguió en la cárcel. Libre de nuevo, retornó a la causa revolucionaria que había cobrado renovados bríos tras la “Campaña Admirable” comandada por Simón Bolívar. El aprecio que aún se tenía por su carácter e inteligencia quedó en evidencia cuando Bolívar le dirigió el proyecto de gobierno provisorio elaborado por Francisco Javier Ustáriz para que diera su dictamen, el cual se publicó en la Gazeta de Caracas del 28 de octubre de 1813. En su respuesta a Antonio Muñoz Tebar dejó muy en claro cuál era su posición: mientras durase la guerra el General Bolívar debía reunir en su persona los poderes legislativo y ejecutivo para salvar la república.
El avance de las fuerzas lideradas por Boves y Morales sobre Caracas obligó a Sanz a ser uno de los miles de venezolanos que huyeron hacia oriente en julio de 1814. Entonces, se supone, ya tenía adelantada una Historia de la revolución de Venezuela, así que probablemente iba anotando sus observaciones a medida que sufría cada vez más los rigores de la funesta emigración. Sin embargo, uno de los hechos que no pudo presenciar en persona fueron las destituciones de Bolívar y Mariño y su reemplazo por José Félix Ribas y Manuel Piar al mando de los ejércitos de occidente y oriente respectivamente, pues esto ocurrió en Carúpano mientras se encontraba en Maturín con algunos restos del ejército oriental, jefaturado por José Francisco Bermúdez, luego de la derrota en la batalla de Aragua de Barcelona.
En Maturín, Sanz compartió las penurias de la guerra con otros próceres civiles y militares, como el abogado Vicente del Castillo, quien relata que en compañía de otras dos personas buscaba noticias sobre el conflicto que se había desatado entre Bermúdez y Ribas, por querer arrogarse este último el mando supremo del ejército y de la república, para informar a Sanz “quien calificando de locos a uno y otro Jefe, salía en el acto a concordarlos en bien de la Patria, como era nuestro propósito al poner a aquel en cuenta de todo”, como queda documentado en el testimonio de Vicente del Castillo. En los momentos más dramáticos de las “Segundas Repúblicas”, todavía varios confiaban en la habilidad y autoridad de Sanz para servir de árbitro entre comandantes militares que parecían no darse cuenta de la precariedad de la situación y la necesidad de la unidad. Así de grande era la estima que se le tenía.
Mientras marchaban a la sabana de Urica, Sanz le comentó a Castillo que “José Félix” le había ofrecido ubicarlo en un sitio seguro, pero estos decidieron alejarse aún más de la escena del enfrentamiento. Derrotadas las fuerzas patriotas, ambos emprendieron la huida, pero tanto Castillo como Ribas perdieron de vista a Sanz durante su carrera hacia Maturín.
Así terminaron los días en 1814 de quien, siendo figura prominente durante la sociedad colonial, prefirió arriesgarlo todo por sus convicciones republicanas durante la revolución de Independencia.
Bibliografía mínima
Directa
Semanario de Caracas, Academia Nacional de la Historia, edición facsimilar, 1959.
Sanz, Miguel José, “Discurso pronunciado en el acto de la solemne instalación de la Real Academia de Derecho Público y Español, el 8 de diciembre de 1790”, en: Testimonios de la época emancipadora, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2011.
Sanz, Miguel José “Opinión dirigida el ciudadano Antonio Muñoz Tébar, secretario de Estado y Relaciones Exteriores”, en: Testimonios de la época emancipadora, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2011
Miguel José Sanz, “Bases para un Gobierno Provisional en Venezuela” en: Testimonios de la época emancipadora, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2011
Indirecta
Castillo, Vicente del, “Mi autobiografía”, en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia N° 2, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 30 de junio de 1912.
Depons, Francisco, Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional, Caracas, Banco Central de Venezuela, 1960, 2 tomos.
Leal Curiel, Carole, La primera revolución de Caracas, 1808-1812, del juntismo a la Independencia absoluta, Caracas, Abediciones, Fundación Konrad Adenauer, 2019.
Falcón, Fernando, “Adam Ferguson y el pensamiento ético y político de Miguel José Sanz: Notas para la reinterpretación del Semanario de Caracas (1810-1811)”, en: Politeia Nº 21, Caracas, Instituto de Estudios Políticos. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas-UCV, 1998, pp. 191-223.
Molina Peñaloza, Lenin, Miguel José Sanz, la realidad entre el mito y la leyenda, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1993.
Perrone, Luis Daniel, “Las nociones de desigualdad, pueblo y propiedad de Antoine Fantin Desodoards en el pensamiento político de Miguel José Sanz. El discurso político de “Termidor” en el Semanario de Caracas (1810)”, en Politeia Nº 43, Caracas, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela, 2009, pp. 191-221.
Quintero, Inés, La conjura de los mantuanos, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Universidad Católica Andrés Bello, 2010.
Saturno, Canelón, Miguel José Sanz, Caracas, Fundación Eugenio Mendoza, 1958.
Sobre el autor:
Luis Daniel Perrone. Licenciado en Ciencias Políticas y Administrativas (2006), Especialista en Derecho y Política Internacional (2011), Doctor en Ciencias Políticas (2019) por la Universidad Central de Venezuela. Profesor de pregrado y postgrado en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Católica Andrés Bello.